fronteras

III Jornadas hispano-argelinas. Traspasando fronteras: Argelia en España y España en Argelia

Del 1 al 4 de diciembre se celebrarán en la Universidad de Alicante las III Jornadas hispano-argelinas. Traspasando fronteras: Argelia en España y España en Argelia. Organizadas por Eva Lapiedra, Luis F. Bernabé y Naima Benaicha del Departamento de Filologías Integradas de la Universidad de Alicante, estas jornadas en su tercera edición pretenden reflejar las realidades de unos y otros en los territorios vecinos a lo largo de la historia. En esta edición, las jornadas reúnen en Alicante a investigadores de toda España así como de las principales universidades argelinas como la Universidad de Orán o la Universidad de Argel.

Poster Argelia-España

Las jornadas se celebrarán durante cuatro días bajo cuatro líneas:

1 de diciembre: ÉPOCA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA: CORSARIOS, MORISCOS Y VIAJEROS DE LAS DOS ORILLAS.

2 de diciembre: GUERRA CIVIL E INDEPENDENCIA: LA DÉCADA DE LOS 90 EN ARGELIA. LOS REPUBLICANOS EN SUELO ARGELINO y en la sesión de tarde ARGELIA EN EL PENSAMIENTO ESPAÑOL.

3 de diciembre: RETOS DEL SIGLO XXI. ESPAÑOLES EN ARGELIA Y ARGELINOS EN ESPAÑA: RELACIONES COMERCIALES Y LABORALES.

4 de diciembre: ARTE, LITERATURA Y CINE. RELACIONES HISPANO-ARGELINAS BAJO EL PRISMA DE ESCRITORES Y CINEASTAS y en la sesión de tarde AL-ANDALUS Y ESPAÑA EN LA LITERATURA ARGELINA.

Las jornadas se desarrollarán en el Aula Magna, Facultad de Filosofía Y Letras II, con entrada gratuita y posibilidad de solicitar certificado del ICE por reconocimiento de 20 horas lectivas.

Para consultar el programa completo y más información podéis acceder a la página propia de las jornadas aquí.

Si no puedes asistir, desde Golondrinas21 cubriremos estas jornadas de las que publicaremos un especial tras su finalización.

Anuncio publicitario

Pasaportes y visados: de la identidad al control de la movilidad en las fronteras

Reblogueamos esta tarde la segunda colaboración que realizamos para el blog Ssociólogos, dedicada a la función de los pasaportes y visados.

Para visitar la entrada en el blog original podéis hacerlo pinchando aquí.

Pasaportes y visados entendidos como documentos identificativos fueron concebidos en sus orígenes como una herramienta para la creación y delimitación de la ciudadanía por parte de los estados, que vendrían a legitimar su soberanía. Unos documentos que variarían en su finalidad dependiendo del momento histórico y respondiendo a objetivos específicos de los estados.

Con el paso de la Edad Media al periodo absolutista y de ahí a la creación del estado moderno, el individuo ha pasado de poseer el control de sus movimientos a necesitar una identidad creada de forma artificial (en la mayoría de los casos por oposición al otro extranjero). Una movilidad que no siembre dependía exclusivamente del individuo, sino que solía estar ligada a entidades privadas, tal y como sostiene John Torpey, como resultado de los sistemas esclavistas o de clases sociales.

Habermas y Foucault, en sus estudios sobre el poder y la autoridad de los estados, señalan a la administración necesaria para la gestión de los documentos identificativos como una forma más en la que el estado ha ido penetrando o abrazando a la sociedad, de manera que ha ido acaparando la capacidad de ejercer una autoridad cada vez mayor sobre ellas, monopolizando así dicha autoridad. Torpey señala que la visión de J. Habermas sobre la penetración del estado en la sociedad no vendría a reflejar totalmente el proceso por el cual, el estado ha conseguido monopolizar dicha autoridad, ya que considera que no refleja la naturaleza de un proceso que no ha sido de imposición directa a la forma rígida y clásica que se pueda imaginar, sino que se habría hecho de manera indirecta. En términos de Foucault, el estado abraza a la sociedad, entendido como el aumento de las necesidades administrativas de forma que el individuo se convierte en un dependiente de las capacidades del estado. Así, el desarrollo de la administración para el control de movimientos venía a ser una forma más de ejercer autoridad o abrazar a la ciudadanía, una ciudadanía que no existía como tal, por lo que era tarea del estado moderno crearla. Los objetivos eran de los más diversos como mantener un mercado laboral estable, mantener la seguridad evitando la entrada de espías o la movilidad de las clases más bajas (a los que en algunos periodos no se les expedía pasaporte) u otros objetivos vistos en el capítulo anterior.

Al relacionar estado moderno e identidad, los autores que tratan este tema suelen relacionar conceptos como estado-nación, nacionalidad, no-nacional y extranjero, diferentes términos para determinar diferentes tratamientos. A este respecto, Saskia Sassen señala que el hecho de unir la soberanía del estado con el nacionalismo convirtió al extranjero en un forastero, y afirma para el caso concreto de los refugiados, que surgirían en el periodo en el que se configuraba el estado moderno, que el estado podía definir a os refugiados como personas que no pertenecían a la sociedad nacional, que no podían optar a los derechos de los ciudadanos. (Sassen, S. 2013: 116).

Los sistemas de control de la movilidad, como eran el pasaporte y el visado, cumplían esta otra función de identificación dando lugar a una revolución identificativa, tal y como la entiendía G. Noiriel. En estos documentos se reflejaba el origen familiar del individuo que desprendía información sobre su estatus, su formación, zona de residencia e incluso toda clase de información en el caso de los visados, en los que se solicitaba (y se solicita en muchos casos en la actualidad), el lugar de residencia durante la estancia en el extranjero (o en el país huésped), la capacidad de financiarse económicamente y la reserva del viaje.

Todos los aspectos identificativos reflejados en un pasaporte o visado reflejan las características de un cuerpo individual en relación con su gobierno, tal y como expone M. Salter (2006), siendo los sistemas de visados y pasaportes los que permiten la pertenencia o membresía en una comunidad en su propio territorio y cuando se encuentra en otro territorio exterior. Esta argumentación coincide con la realizada por Foucault entorno al concepto de biopolítica entendida como la forma moderna de gobernar la vida de la población que produce cuerpos dóciles a través de una continuada conjunción de soberanía sobre el territorio. (Jansen, S., 2009: 815) Una manera de entender la política o de como el estado ejerce la soberanía sobre los ciudadanos/cuerpos, desposeyéndoles así de su humanidad en una forma de control y de anonimato bajo la necesidad de control de la forma más aséptica. Sobre esta base de posiciones desiguales se establece la relación entre cuerpo y estado, unas relaciones de saber y poder, en las que a mayor información sobre el cuerpo, mayor control político se tendrá sobre el mismo. Como señala el propio Salter en línea con la argumentación de Foucault, el poder construye el sujeto obediente, pero no se limita a reprimir a los desobedientes. (Salter, M., 2006: 171) Tal y como afirma el propio Salter, el orden bipolítico internacional se crea mediante la clasificación y la contención de un régimen de vigilancia y con una política tecnológica internacional del individuo dirigida por la globalización de los documentos, la biométrica y el régimen aconfesional.

Esta misma lógica de relaciones de saber/poder se puede trasladar al momento de atravesar una frontera tanto de forma legal como ilegal. En este momento es cuando pasaportes y visados cumplen con sus principales funciones: representación física de la soberanía en cuanto a protección del propietario fuera de sus fronteras, y como identificación y provisión de información del individuo hacia el país que le recibe. Es pues la frontera un espacio complejo en el que se produce incluso un sentimiento de afectividad entre sujeto y documentos en tanto en cuanto ese documento aporta sensación de seguridad al individuo.

Salter, tomando el concepto de estado de excepción enunciado por Agamben dentro de su teoría del homo sacer, entiende por estado de excepción una situación anormal en la que las leyes se suspenden para quedar el poder, en manos de la fuerza que es la que ejerce la ley y determina dejar pasar a un individuo u otro. Una situación que nos recuerda a los momentos de crisis bélicas en la historia en las que se establecían leyes extraordinarias para el control de la movilidad con la imposición de pasaportes y visados. Salter va un paso más allá al señalar que las fronteras se configuran como un estado de excepción permanente, en el que será la soberanía en forma de pasaporte o visado, la que determine que un individuo sea catalogado como incluido o excluido del estado huésped, o incluso sea definido como un refugiado.

Esta metáfora del estado de excepción permanente refleja de una forma muy visual los controles fronterizos que se integran como herramienta de las políticas migratorias nacionales, que cada vez se van configurando en mayor medida de una manera transnacional ya que los estados quieren ceder mayor soberanía en este sentido a las organizaciones internacionales y sistemas regionales por la complejidad de su gestión. La identificación se convierte en clave y por ello el sistema de pasaportes y visados es de tremenda importancia. Si bien la tipología se ha ido definiendo y delimitando con la creación del estado moderno, actualmente existen unas normas internacionales que estandarizan la forma de estos documentos.

En la situación de crisis económica que atraviesan los países desarrollados, el control de las inmigraciones legales e ilegales se vuelve en un eje central de las políticas exteriores. La aplicación del requerimiento de visados a los pasaportes se vuelve una herramienta imprescindible, para el control de la movilidad y como herramienta de presión hacia otros estados en ese pulso migratorio. M. Czaika y H. de Haas (2014), por ejemplo, han demostrado empíricamente que la aplicación de los visados reduce levemente los flujos migratorios entre los países que establecen el visado, pero no se reducen en cuanto a número de inmigrantes, es decir las migraciones continúan solo que cambian de dirección hacia otros países en los que el visado no es requerido. Por lo que cabría plantearse hasta qué punto, estas medidas de control por imposición de visados son unas medidas efectivas, pero sobre todo, justas.

Bibliografía:

Noiriel G., [1996 (1988)] The french melting pot inmigration citizenship and national identity, Mineapolis, University of Minnesota Press.

Salter, M., (2006) The global visa regime and the political technologies of the international self: borders, bodies and biopolitics, Alternatives 31, 167-189, en http://www.sagepublications.com.

Salter, M., (2004) Passports, mobility, and security: How smart can the border be? Policy in international studies, International Studies Perspectives, nº 5, p. 71-91, Blackwell Publishing, Malden.

Sassen, S (2013) Inmigrantes y ciudadanos. De las migraciones masivas a la Europa Fortaleza, Siglo XXI.

Torpey, J., (2000) The invention of the passport Surveillance, Citizenship and the State, Cambrbidge, University Press Cambridge.

Amenaza y securitización de las migraciones. Justificaciones a un discurso antimigratorio

El concepto de seguridad y de amenaza responden, como tantos otros, acorde con la mirada de quién los plantea y de la corriente de pensamiento que los teorice. Como afirma A. Larenas:

el modo en que comprendemos la seguridad deriva, en última instancia, de nuestra visión del mundo y de la política. Es nuestra interpretación de la realidad la que define nuestra percepción sobre las amenazas y sobre los objetos y valores que deben ser protegidos. Del mismo modo, el lenguaje y los conceptos que utilizamos para entender el mundo son constitutivos de la realidad. Por lo tanto, el lenguaje no es neutral. No existe una distinción eficiente entre teoría y praxis. Se trata, por tanto, de dotar al discurso político de la importancia que merece en términos de construcción de una determinada visión sobre los problemas mundiales. (Larenas, A. 2013: 88)

Las Teorías Críticas de Seguridad hacen referencia a que la agenda internacional debe incluir otros problemas o amenazas para poder actuar sobre ellos y ponerles solución (uno de los conceptos principales de la perspectiva del problem-solving). Estos problemas o amenazas son construccciones sociales, es decir, existen como resultado de las acciones de los individuos, instituciones y conjunto de actores de una sociedad entendida a escala internacional. El concepto de amenza es difícil de definir y amplio en matices añadidos por las diferentes escuelas. Por ejemplo, si entendemos amenaza como la ausencia de riesgo, en formulaciones de K. Booth, sólo se puede alcanzar si no se priva a otras personas, grupos o sociedades de la oportunidad para alcanzarla. (Larenas, A. 2013: 83) El mismo autor, habla entonces de la emancipación, que define como la posibilidad del individuo de ser libre, es decir, de no tener ningún tipo de constricción que le impida llevar a cabo sus pretensiones. Autor pertenenciente a la Escuela de Gales, relaciona los conceptos de seguridad, comunidad y emancipación argumentando que es necesario un cambio en el sistema de poder para poder conseguir dicha emancipación.

En un sentido filosófico o teórico, esta concepción parece verosímil, pero ¿qué sucede cuando trasladamos este discurso a la materia de las migraciones? El debate entonces sobre seguridad y amenaza complejiza. La securitización de las migraciones se produce cuando los diferentes actores promueven un discurso de amenaza de la migración y de la necesidad de establecer herramientas de seguridad una vez que la amenaza se ha incluido en la agenda. O. Weaver define la securitización como el proceso de construcción social que impulsa a un sector ordinario de la política a la esfera de las cuestiones de seguridad, por medio de una retórica del peligro preordenada a justificar la adopción de medidas especiales que exceden el marco jurídico y los procedimientos ordinarios de decisión política. (En Campesi, G. 2012: 5)

El inmigrante cumple una doble función dependiendo de la situación histórica. En ocasiones necesitado como mano de obra y en otras se desestima al ser considerado un generador de conflicto, la protección de la identidad y la cohesión social, a través de la configuración de la migración (sobre todo en el caso de la irregular), supone “una forma específica de pertenencia que construye las identidades antagónicas de amigo y enemigo” e incide en la cuestión de la exclusión y la inclusión social. (González, A, 2012: 3)

La securitización de la migración se produce en una doble vertiente por los Estados, por un lado se hace público el discurso de la necesidad de reducir la inseguridad de sus ciudadanos soberanos, y por otro lado la necesidad de proteger las fronteras hacia el exterior. Las nuevas prácticas de transnational policing implican, en sustancia, una confusión entre seguridad interna y seguridad externa, que conduce a una redefinición del confín político entre amigo/enemigo, de modo que las fronteras de la seguridad interna se proyectan, de forma creciente, hacia el exterior, mientras que la esfera de acción de la seguridad exterior tiende a penetrar en el interior de la esfera política. (González, A, 2012: 4)

Una de las medidas de securitización clásica es la de la militarización del sector policial. En el caso de las migraciones, esta medida se aplica y fortalece en las fronteras. Un ejemplo de ello ha sido el desgraciado suceso de la “Valla de Melilla”. Como explica G. Campesi, los actores clandestinos transnacionales han sido redefinidos como nuevas amenazas de naturaleza estratégica, justificando con ello un incremento de los controles de frontera y de los poderes de policía vinculados a ellos. (Campesi, G, 2012: 2)

Guiuseppi Campesi también se refiere a este hecho y pone como ejemplo el caso de Schenguen como forma de externacionalización o transnalización de la seguridad para el control de las migraciones, que da lugar al desarrollo de un aparato burocrático en torno a la seguridad. Coincide con Didier Bigo en esta idea que el determina como un security continuum, cuyo marco se mueven un conjunto de burócratas de la seguridad “más allá del Estado”; verdaderos actores transnacionales de la seguridad que contribuyen a la redefinición de las amenazas y a la producción de saberes sobre la materia, así como al desarrollo de poderes e instituciones llamadas a gobernarla, en una escala que ya desborda la dimensión de la soberanía estatal. (Campesi, G. 2012: 4)

Retomando el discurso de González, éste analiza los paradigmas que han analizado la securitización de las migraciones, destacando tres:1. las migraciones en correlación directa con el incremento de la criminalidad ya sea interna o a nivel internacional en forma de mafias y redes organizadas del crimen; 2. la migración como amenaza socio-económica en tanto en cuanto el inmigrante se convierte en un competidor o “usurpador de puestos de trabajo”; 3. las migraciones como problema de definición político-identitaria. Tres esferas o ámbitos de inseguridad que se intensifican cuando las migraciones son de carácter irregular, en las que se criminaliza al individuo y automáticamente se le retiran incluso sus derechos más básicos como ser humano en pro de esa necesaria securitización. Una situación de irregularidad, que como bien afirma González, la irregularidad no es sino la divergencia entre la autorización del Estado para atravesar la frontera y la presencia de un individuo en el territorio en ausencia de un título de legitimación. (González, A, 2012: 7)

El inmigrante entonces sufre entonces un proceso de cosificación, por el cual pasa a ser un “ente” ilegal desposeyendole de sus pertenecientes derechos humanos como persona que es. Una doble perdida es la de su entidad como persona jurídica, por lo que es más sencillo negarle cualquier tipo de reclamación o voz. De esta forma se crea una identidad contraria a la de la ciudadanía del país de destino que automáticamente se sitúa en un nivel inferior, dando lugar a una sociedad estratificada en un sistema desigual.

Fuentes:

1. Campesi, G., (2012) Migraciones, seguridad y confines en la teoría social contemporánea, Revista Crítica Penal y Poder. 2012, nº 3, septiembre (pp. 1-20) OSPDH. Universidad de Barcelona.

2. González, A., (2012) Estudios críticos de seguridad, migraciones internacionales y ayuda al desarrollo, XI Congreso Política en tiempos de incertidumbre, Sevilla. En http://www.aecpa.es/uploads/files/modules/congress/11/papers/1010.pdf

3. Larenas, A., (2012) La confluencia entre estudios críticos de seguridad y seguridad humana: las dinámicas de inclusión y superación, Relaciones Internacionales, Número 23, Junio – Septiembre 2013, Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales (GERI) – UAM.