Amenaza y securitización de las migraciones. Justificaciones a un discurso antimigratorio

El concepto de seguridad y de amenaza responden, como tantos otros, acorde con la mirada de quién los plantea y de la corriente de pensamiento que los teorice. Como afirma A. Larenas:

el modo en que comprendemos la seguridad deriva, en última instancia, de nuestra visión del mundo y de la política. Es nuestra interpretación de la realidad la que define nuestra percepción sobre las amenazas y sobre los objetos y valores que deben ser protegidos. Del mismo modo, el lenguaje y los conceptos que utilizamos para entender el mundo son constitutivos de la realidad. Por lo tanto, el lenguaje no es neutral. No existe una distinción eficiente entre teoría y praxis. Se trata, por tanto, de dotar al discurso político de la importancia que merece en términos de construcción de una determinada visión sobre los problemas mundiales. (Larenas, A. 2013: 88)

Las Teorías Críticas de Seguridad hacen referencia a que la agenda internacional debe incluir otros problemas o amenazas para poder actuar sobre ellos y ponerles solución (uno de los conceptos principales de la perspectiva del problem-solving). Estos problemas o amenazas son construccciones sociales, es decir, existen como resultado de las acciones de los individuos, instituciones y conjunto de actores de una sociedad entendida a escala internacional. El concepto de amenza es difícil de definir y amplio en matices añadidos por las diferentes escuelas. Por ejemplo, si entendemos amenaza como la ausencia de riesgo, en formulaciones de K. Booth, sólo se puede alcanzar si no se priva a otras personas, grupos o sociedades de la oportunidad para alcanzarla. (Larenas, A. 2013: 83) El mismo autor, habla entonces de la emancipación, que define como la posibilidad del individuo de ser libre, es decir, de no tener ningún tipo de constricción que le impida llevar a cabo sus pretensiones. Autor pertenenciente a la Escuela de Gales, relaciona los conceptos de seguridad, comunidad y emancipación argumentando que es necesario un cambio en el sistema de poder para poder conseguir dicha emancipación.

En un sentido filosófico o teórico, esta concepción parece verosímil, pero ¿qué sucede cuando trasladamos este discurso a la materia de las migraciones? El debate entonces sobre seguridad y amenaza complejiza. La securitización de las migraciones se produce cuando los diferentes actores promueven un discurso de amenaza de la migración y de la necesidad de establecer herramientas de seguridad una vez que la amenaza se ha incluido en la agenda. O. Weaver define la securitización como el proceso de construcción social que impulsa a un sector ordinario de la política a la esfera de las cuestiones de seguridad, por medio de una retórica del peligro preordenada a justificar la adopción de medidas especiales que exceden el marco jurídico y los procedimientos ordinarios de decisión política. (En Campesi, G. 2012: 5)

El inmigrante cumple una doble función dependiendo de la situación histórica. En ocasiones necesitado como mano de obra y en otras se desestima al ser considerado un generador de conflicto, la protección de la identidad y la cohesión social, a través de la configuración de la migración (sobre todo en el caso de la irregular), supone “una forma específica de pertenencia que construye las identidades antagónicas de amigo y enemigo” e incide en la cuestión de la exclusión y la inclusión social. (González, A, 2012: 3)

La securitización de la migración se produce en una doble vertiente por los Estados, por un lado se hace público el discurso de la necesidad de reducir la inseguridad de sus ciudadanos soberanos, y por otro lado la necesidad de proteger las fronteras hacia el exterior. Las nuevas prácticas de transnational policing implican, en sustancia, una confusión entre seguridad interna y seguridad externa, que conduce a una redefinición del confín político entre amigo/enemigo, de modo que las fronteras de la seguridad interna se proyectan, de forma creciente, hacia el exterior, mientras que la esfera de acción de la seguridad exterior tiende a penetrar en el interior de la esfera política. (González, A, 2012: 4)

Una de las medidas de securitización clásica es la de la militarización del sector policial. En el caso de las migraciones, esta medida se aplica y fortalece en las fronteras. Un ejemplo de ello ha sido el desgraciado suceso de la “Valla de Melilla”. Como explica G. Campesi, los actores clandestinos transnacionales han sido redefinidos como nuevas amenazas de naturaleza estratégica, justificando con ello un incremento de los controles de frontera y de los poderes de policía vinculados a ellos. (Campesi, G, 2012: 2)

Guiuseppi Campesi también se refiere a este hecho y pone como ejemplo el caso de Schenguen como forma de externacionalización o transnalización de la seguridad para el control de las migraciones, que da lugar al desarrollo de un aparato burocrático en torno a la seguridad. Coincide con Didier Bigo en esta idea que el determina como un security continuum, cuyo marco se mueven un conjunto de burócratas de la seguridad “más allá del Estado”; verdaderos actores transnacionales de la seguridad que contribuyen a la redefinición de las amenazas y a la producción de saberes sobre la materia, así como al desarrollo de poderes e instituciones llamadas a gobernarla, en una escala que ya desborda la dimensión de la soberanía estatal. (Campesi, G. 2012: 4)

Retomando el discurso de González, éste analiza los paradigmas que han analizado la securitización de las migraciones, destacando tres:1. las migraciones en correlación directa con el incremento de la criminalidad ya sea interna o a nivel internacional en forma de mafias y redes organizadas del crimen; 2. la migración como amenaza socio-económica en tanto en cuanto el inmigrante se convierte en un competidor o “usurpador de puestos de trabajo”; 3. las migraciones como problema de definición político-identitaria. Tres esferas o ámbitos de inseguridad que se intensifican cuando las migraciones son de carácter irregular, en las que se criminaliza al individuo y automáticamente se le retiran incluso sus derechos más básicos como ser humano en pro de esa necesaria securitización. Una situación de irregularidad, que como bien afirma González, la irregularidad no es sino la divergencia entre la autorización del Estado para atravesar la frontera y la presencia de un individuo en el territorio en ausencia de un título de legitimación. (González, A, 2012: 7)

El inmigrante entonces sufre entonces un proceso de cosificación, por el cual pasa a ser un “ente” ilegal desposeyendole de sus pertenecientes derechos humanos como persona que es. Una doble perdida es la de su entidad como persona jurídica, por lo que es más sencillo negarle cualquier tipo de reclamación o voz. De esta forma se crea una identidad contraria a la de la ciudadanía del país de destino que automáticamente se sitúa en un nivel inferior, dando lugar a una sociedad estratificada en un sistema desigual.

Fuentes:

1. Campesi, G., (2012) Migraciones, seguridad y confines en la teoría social contemporánea, Revista Crítica Penal y Poder. 2012, nº 3, septiembre (pp. 1-20) OSPDH. Universidad de Barcelona.

2. González, A., (2012) Estudios críticos de seguridad, migraciones internacionales y ayuda al desarrollo, XI Congreso Política en tiempos de incertidumbre, Sevilla. En http://www.aecpa.es/uploads/files/modules/congress/11/papers/1010.pdf

3. Larenas, A., (2012) La confluencia entre estudios críticos de seguridad y seguridad humana: las dinámicas de inclusión y superación, Relaciones Internacionales, Número 23, Junio – Septiembre 2013, Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales (GERI) – UAM.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s